Está mal que lo diga yo, con mi apodo, pero parece mentira que un asunto tan serio se pueda tomar tan a broma por parte de PSA, los concesionarios y finalmente en algunos foros. Al parecer nadie considera que no es posible hacer modificaciones en un vehículo sin perder la garantía del fabricante, asumiendo toda la responsabilidad de futuras averías a partir de la modificación, si la solución consiste en colocar un candado de ferretería en un vehículo recién comprado, o un tapón codificado para botellas de vino, pues que lo hagan en fábrica y después pasen por la homologación comunitaria correspondiente (CEPE) si tienen valor, pero que no trasladen al cliente la vigilancia activa y rectificación de sus fallos de diseño.
Vamos que después de 100 años fabricando vehículos y siendo necesario que pasen por un complejo y largo proceso de homologación para ponerlos a la venta, sorprende ver como el único elemento al que cualquier viandante puede acceder libremente sea el depósito del AdBlue, ni el depósito del refrigerante, ni del aceite, ni del freno, ni tan siquiera del limpiaparabrisas y mucho menos el del combustible; solo el del AdBlue, algo tan insignificante que es un reactivo imprescindible para cumplir con la reglamentación internacional específica sobre anticontaminación, y que en caso de ausencia o impurezas bloquea el funcionamiento del motor; además cuyo principal componente activo es el Amoníaco de la urea.
Simplemente añadir un botellín de agua por ese tapón sin cierre provoca un fallo de funcionamiento debido a la perdida en la calidad de la urea que no garantiza la descontaminación y provoca una alerta en el cuadro eléctrico, añadir una sola gota de Diesel, produce el mismo efecto según los avisos de seguridad del proveedor del AdBlue, la avería así originada posiblemente se solucione pasando por el taller y sustituyendo el reactivo por otro de calidad, pero el efecto de una moneda de 1 céntimo, introducida en ese depósito, que reaccione con el Amoníaco es capaz de inutilizar el catalizador por ser este muy sensible a los metales y finalmente el efecto de un buchito de lejía como diría mi amigo es mejor ni pensarlo, siendo menos peligroso jugar con el Quimicefa; para rematar la jugada, todas estas posibles averías no están cubiertas por la garantía del mismo fabricante que dejó el tapón sin cierre y a merced de cualquier bromista.
Insisto, esto no es broma.