Pese a que la mayoría de propietarios entran en pánico cuando oyen "turbo" en boca de su mecánico, los turbocompresores son, en realidad, un mecanismo de lo más simple y su mecánica y funcionamiento no van mucho mas allá de lo que sería una sencilla bomba de agua.
PSA monta turbos "húmedos", es decir; lubricados con aceite de motor, por lo que las averías suelen estar limitadas a los siguientes factores:
-Desgaste de los cojinetes de rodamiento del eje.
-Falta de lubricación por defectos en la presión de aceite.
-Abrasión de las turbinas por mala filtración de aire.
-Recalentamientos por exceso de revoluciones.
La primera comprobación ante una avería de turbo, cuando el motor no tiene excesivos kilómetros, es el sistema de aceite,para lo que se conviene comprobar la calidad del aceite empleado, el estado del filtro y de las tuberías que lubrican el eje del turbo y el buen funcionamiento de la bomba que impulsa y da presión al aceite por todo el circuito del motor. La falta de presión o la mala circulación del aceite(por obstrucción del filtro o acumulación de sedimentos en los tubos del circuito) provoca el sobrecalentamiento de los cojinetes del turbo con su consecuente desgaste lo que, a su vez, provoca la oscilación irregular y vibración de las turbinas que aceleran el desgaste, causan fugas de aceite a las cámaras del turbo y generan humo, escoria y sedimentos que aceleran el deterioro del mecanismo.
Se ha de comprobar el buen estado de los conductos de aire que van desde el filtro al turbo, así como el correcto sellado de las juntas entre ellos y las que sellan el compartimento del filtro.
Conviene comprobar también la correcta apertura de la válbula de fuga ya que, de quedar cerrada, provoca el funcionamiento del turbo a bajas revoluciones aunque no esté solicitado por el rendimiento. A bajas vueltas la presión del aceite cae y puede ocasionar una lubricación deficiente en el eje del mecanismo que "gripe" los cojinetes.
En motores con muchos kilómetros el fallo del turbo sobrebiene por el degaste normal o mal uso de los mecanismos y las averías por sobrerevoluciones suelen estar ligadas al mal funcionamiento del cerebro del propietario del vehículo. En el primer caso se puede sustituir el turbo por uno de desguace. En el segundo caso no hay solución; Un idiota puede conducir coches con turbo, no lo impide la ley.