Viernes 19 de Mayo de 2006. 16:15 horas.
Subiendo por la A6, dirección salida, voy en mi C3 por el carril izquierdo adelantando a aquellos que tratan de desviarse a Las Rozas, cuando delante de un Todo Terreno adivino una trasera que me resulta familiar. Viendolo de lejos daba una sensación muy "audi A6", pero acercándote un poco más, ya se adivinan los rasgos del nuevo "Señor de la Carretera".
Azul oscuro metalizado, con los cromados deslumbrando lo justo, pilotos curvados en las "colas" y la inconfundible luna trasera cóncava...
Traté de ponerme detrás para observarlo con tranquilidad, pero el del TT iba demasiado pegado a él. No quería compartir su avistamiento conmigo, el muy egoísta.
Sí... era el primer C6 que veía in person.
Se movía tranquilamente por el carril central a unos 100 km/h. El conductor iba como mimándolo, con una cara de relax tal que parecía próximo a echar la cabezadita de después de comer. Lo adelanté, observando su línea, y me pareció enorme. Me puse después a la derecha y esperé mi oportunidad para verlo de nuevo. Llevaba una especie de anti-nieblas encendidos, pero no advertí luces de posición ni delante ni detrás. Debe tratarse de algún tipo de iluminación diurna, pensé.
Me dio la impresión de tener los faros muy desplazados hacia el exterior, y pequeños en relación al conjunto, así que el capó parece inmenso, pero muy impersonal.
A ese frontal yo le hubiera dado una imagen más agresiva. Más parecida a los últimos DS o al CX. Citroen tiene modelos míticos en que fijarse y no lo aprovecha. Otras marcas no pueden decir lo mismo y tratan de dar cierta "personalidad de marca" a sus modelos. Una seña de identidad que se repita de unas generaciones a otras y entre modelos de diferentes segmentos.
Por lo demás me pareció un coche impresionante. Seguro que en Francia ya lo tienen como coche de ministros y presidente de la república.
En cualquier caso parece que Citroen recupera la "Grandeur".