Buenas tardes, chicos.
Bueno, pues sí, llegó la hora para mi chiquitín. Ayer viernes, con una congoja que nunca antes había experimentado por una máquina, aparqué mi C5 en el conce de Ford, me despedí de mi compañero hablándole como si me entendiera, y lo ví entrar de la mano del chaval de v.o. , para no volver a verlo nunca más. 
Han sido 210.000 km de una relación hombre-máquina que sólo se puede calificar de cariño. Cariño de mí hacia mi C5 porque nunca le ha faltado de nada. Ha estado cuidado hasta en el más mínimo detalle. Cariño de él hacia mí y hacia mi familia, llevándonos durante cuatro años y medio a lo largo y ancho de España, lo más cómodo y seguro que se puede ir en una berlina media, sin un solo quejido, sin un solo fallo, protegiendonos cuando aquél tipo se saltó el stop, etc, etc.
Pero todo tiene un final, y a mi querido C5 le ha llegado la hora de la jubilación, siendo sustituido por un más joven y vigoroso Mondeo TDCI en el que todavía me siento un extraño. Siento como todavía no es mi coche, aunque sé que poco a poco lo iré viendo de otra manera.
El listón ha quedado altísimo, y aunque sé que mi nuevo coche lo superará en la mayoría de cosas, así lo espero al menos, hay una en la que el C5 seguirá siendo insuperable, y es la suspensión hydractiva, que está a años luz de la del Mondeo y de cualquier otro coche. Qué se le va a hacer. No se puede tener todo.
Estos ultimos días he visitado a diario el foro, aunque no he participado en él, y voy a seguir entrando, por si puedo ayudar en algo.
Como lo prometido es deuda, en cuanto tenga unos pocos kilometros hechos, abriré otro tema con mis impresiones sobre el Mondeo, para compartirlas con vosotros, a vér qué tal coche os parece.
Perdón por el tocho.
Nos vemos.